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Formación de Instructores:
planeación y evaluación en capacitación.
Es la práctica, el proceso de enseñanza-
aprendizaje, la principal propiciadora de
conflictos o de deseos que llevan al instructor a
iniciar estudios relacionados con el proceso de
enseñanza aprendizaje (Panza, 1986, p. 14).
El instructor no sólo debe estar centrado
en su disciplina, sino que debe complementar
su formación con el conocimiento de otras,
como la pedagogía, psicología, para superar
concepciones intuitivas de su práctica
capacitadora para tener mejores fundamentos
en su labor de enseñanza.
2.6.2 Papel del
participante
Si el instructor tiene un papel muy
importante en el proceso de enseñanza
aprendizaje, el participante también, ya que es
quien va a adquirir conocimiento, a desarrollar
y perfeccionar ciertas habilidades; requiere
modificar determinadas actitudes, por lo que
su aprendizaje, desempeño y papel que juega
al interior del grupo es muy importante.
La edad del participante es muy variada,
va de los 18 años hasta los 60 años de edad.
Es gente joven sin experiencia o gente madura
con mucha experiencia; tiene y manifiesta
mucho ímpetu, cansancio o monotonía en su
quehacer; personal incentivado con muchas
ganas de aprender o tendiente a dejar hacer y
sólo espera el momento del retiro.
En promedio, se puede afirmar que el
personal asiste, como mínimo, a un evento de
capacitación al año. Claro que hay sectores
productivos donde todavía la capacitación
no interesa como debería. El adulto tiene
una gran capacidad para aprender y, en
nuestro país, es un sector ávido de profunda
investigación.
En la revisión de la literatura de la
capacitación sobre el participante, se
encuentra que se le clasifica de acuerdo
con su comportamiento. Por un lado, está
la clasificación de Orridge y, por otro, la
de Pike y Arsh, que hablan del participante
difícil.
Orridge dice que las formas de
comportamiento más comunes que se
presentan en un evento de capacitación son:
el sabelotodo, el quejumbroso, el discutidor,
el murmurador y el callado (Orridge, 2001, p.
97-99). En la tabla 2.2 vemos las características
de cada uno, así como la manera en que se
puede abordar.
Por su parte, Pike y Arch señalan
que es importante identificar los tipos de
participantes difíciles con los que se puede
encontrar el instructor en el proceso de
enseñanza-aprendizaje. Mencionan que las
personas responden mejor cuando se elogia
una conducta positiva y no cuando se sanciona
una negativa. A la mayoría de las personas
nos les gusta que les digan qué deben hacer,
pero les agrada que las elogien. La estrategia
que se adopte depende de la situación y la
personalidad del participante. El instructor
no debe pretender modificar su conducta,
más bien, comprender por qué actúa de esa
manera específica, de dónde debe partir para
poder interactuar con él.
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