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E l e m p o d e r am i e n t o d e l a s mu j e r e s r u r a l e s y l a s t e c n o l o g í a s d e
c o n v i v e n c i a c o n e l S e m i á r i d o e n S a n t a C r r u z D a B a i x a V e r d e ,
S e r t ã o d e P e r n amu c o – G r a s i l
que nada, de una política concentradora del
vital líquido, a través de la cual unos pocos
y privilegiados controlan la posesión y uso
de casi toda el agua del Semiárido, mientras
tanto otros, los muchos, mueren de sed. Así
de simple, así de cruel.
Los datos de la Encuesta Nacional por
Muestra Domiciliar (PNAD, por sus siglas
en portugués), de 2009, revelaron que 8,4
millones de personas que hacen parte de la
población rural total de Brasil (30,7 millones
de personas) eran clasificadas como pobres
(ingresos
per capita
mensuales de hasta ½
salario mínimo, que en valores de setiembre
de 2009 correspondían a R$ 207,50); y 8,1
millones de personas eran clasificadas como
extremamente pobres (ingresos
per capita
mensuales de hasta ¼ de salario mínimo,
que en valores de setiembre de 2009
correspondían a R$ 103,75). Eso significa que
para el año de 2009, aproximadamente 54%
de la población rural total era encuadrada
como pobre.
La distribución espacial de la pobreza rural
revela que 53% del total de personas clasifica-
das como pobres, vivían en la región Nordes-
te del país, siendo que la misma región res-
pondía también por 70% del total de perso-
nas extremamente pobres. Históricamente,
la población rural del Semiárido ha enfrenta-
do dificultades para reproducir su modo de
vida en la región, teniendo en cuenta que la
relación entre un servicio público deficiente
y la realidad climática de la región, impacta
directamente sobre la posibilidad de cons-
truír medios de vida de calidad, por y para
estas personas. (Silva, 2007)
Esta situación se materializa en la falta de
tecnologías adaptadas a la realidad local,
en el no acceso a la tierra y a políticas
públicas de calidad, en la continuidad de la
industria de la seca y en la precarización de
los derechos más básicos de la población,
como salud, vivienda, educación, seguridad
y esparcimiento. (Wanderley, 1996; 2004).
Durante las dos últimas décadas, políticas
públicas de inclusión social fueron creadas
en conjunto con la sociedad civil para
comenzar a superar esa situación y mejorar
la calidad de vida en el campo, dando apoyo
técnico, financiero y social a las familias de la
región. Entre estos programas, se destacan
el Programa Nacional de Fortalecimiento
de la Agricultura Familiar (PRONAF, 1995),
el Programa Hambre Cero (PFZ, 2003), la
Política Nacional de Asistencia Técnica y
ExtensiónRural (PNATER, 2004), el Programa
de Adquisición de Alimentos (PAA, 2003) y el
PlanNacional deAlimentaciónEscolar (PNAE,
2012). Al mismo tiempo, organizaciones no
gubernamentales que forman parte de la
Articulación del Semiárido Brasileño (ASA),
han desarrollado trabajos en la perspectiva
educacional y produtiva de convivencia con
el Semiárido, posibilitando un proceso de
reflexión y acción que permite pensar en
cómo vivir en la región de forma digna.
En contraposición, la región continúa con
elevados índices de pobreza y éxodo rural.
De los/as 16 millones de brasileños/as que
fueron diagnosticados/as como pobres por
el Plan Brasil Sin Miseria
8
, 59% se encuentran
en el Nordeste, con 52% de estos en la
8 Programa del Gobierno Federal de combate a la miseria y al hambre en Brasil, lanzado em julio de
2011 por el gobierno de la Presidenta Dilma Roussef, como principal acción social y como ampliación
del Programa Beca Familia, creado por el gobierno anterior (del Presidente Luis Inácio da Silva). Las
acciones son inter- ministeriales (involucrando 22 ministérios) en que diversas políticas y programas
son propuestos para la población de bajos ingresos, como: Beca Família, Programa de Adquisición
de Alimentos, Programa Nacional de Alimentación Escolar, entre otros. Comprendese por miserable
la familia con ingreso per capita de hasta R$70,00 por mes. Para saber más busque:
-
silsemmiseria.gov.br/