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Estudio ecosistémico del lago de Pátzcuaro
yendo entre estos a los académicos preocupados
por el lago, es una parte central para establecer
las bases de un nuevo enfoque interdisciplinario
que permita reorganizar el actualmente endeble
arreglo institucional, así como produzca la im-
prescindible coordinación de todos con base en
una visión integrada de la problemática.
Integración de saberes
Sobre el deterioro socioambiental de la cuenca
hay muchas preguntas que hacer. Las respuestas
no son fáciles de ninguna manera, pero a modo
de conclusiones queremos abordar un eje sobre
el cual debemos avanzar en los próximos años.
Este es el problema de la integración en varios
sentidos. El primero que queremos anotar es el
de la integración de saberes, consistente en pri-
mer lugar en el acuerdo al que deben llegar las
distintas “comunidades epistémicas” relaciona-
das con el lago. La ciencia no tiene “toda la ver-
dad”, sólo la “verdad científica” la cual siempre
está a prueba.
La ciencia produce conocimiento sistemático,
pero los grupos locales de la cuenca tienen su
propio conocimiento, en el que confían y a par-
tir del cual realizan sus prácticas productivas y
extractivas de los recursos lacustres. Es funda-
mental reconocer e incorporar los saberes loca-
les en el diseño de las acciones de restauración,
ya sea reorientando o bien reforzando las repre-
sentaciones sociales y las prácticas productivas
que de ellas resultan, y no simplemente igno-
rando o queriendo imponer desde el aval de la
ciencia, la cual tampoco representa una garan-
tía plena de solución. El conocimiento de los lo-
cales sobre el deterioro los lleva a tener estrate-
gias de supervivencia que también producen un
impacto, lo cual los ha confrontado con los que
quieren su conservación. ¿Qué hace la política
pública? ¿A quién está realmente incentivando?
Todavía es muy fuerte el papel de los expertos
que dictan como debe hacerse algo. Los trabajos
aquí expuestos muestran que aun no está dicho
todo, ni lo suficientemente construido para su
presentación como un problema socioambien-
tal en la opinión pública con el fin de generar las
acciones necesarias para la construcción de una
política pública eficiente.
La noción de diálogo reivindica los saberes lo-
cales, y está estrechamente vinculado con la in-
vestigación participativa. El diálogo de saberes
apela a la construcción de un saber significati-
vo para los sujetos locales y para el manejo de
su territorio, ya que propone un conocimiento
construido con base en el intercambio y en una
negociación de significados. De otra manera, se-
guirá existiendo un diálogo de sordos respecto
a lo que ocurre en la cuenca y a la implemen-
tación de acciones de restauración. El diálogo
implica el desarrollo de la investigación inter-
cultural y crear espacios para la generación de
conocimiento pertinente en la que concurran
los académicos, las comunidades locales y los
actores gubernamentales (también los funcio-
narios y técnicos gubernamentales son porta-
dores de sus propias representaciones respecto
a los problemas y soluciones al deterioro am-
biental del lago), en la definición de sus proble-
mas como soluciones, y prescinde de la inves-
tigación extractiva, en donde los miembros de
las comunidades sólo fungen como informantes
para formular propuestas de investigación co-
laborativa, o bien receptores de decisiones ya
tomadas por otros. Esto nos lleva a plantear la
necesidad de un cambio fundamental en nues-
tros modos de manejar el conocimiento sobre
el lago de Pátzcuaro, en el cual ha prevalecido
una gran distancia social entre los investigado-
res marcados disciplinariamente respecto a los
procesos locales, sus actores sociales y guberna-
mentales involcurados.
El diálogo ocurre cuando entre los sujetos de co-
nocimiento se crea un escenario propicio para
quienes quieren conocer un tema. Los interlocu-
tores entran en una conversación que rompe las