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Conclusiones para una política pública para la restauración del ecosistema
lacustre desde la perspectiva de la justicia ambiental
ecosistema elegido, y las manipulaciones deben
orientarse a replicar esas condiciones de origen.
Este proceso se conoce como restauración eco-
lógica. Pero se debe considerar el componente
humano, las fuerzas directrices del deterioro
ambiental y trabajar sobre ellas, no solo en po-
ner presas de gavión para detener el arrastre de
materiales o ampliar el canal perimetral, sino
en la construcción de incentivos y sanciones –
las reglas del juego del marco institucional- que
efectivamente incentive o desincentive ciertas
prácticas. Ahora nos plateamos si el conjunto
de acciones debe estar orientadas a la conserva-
ción de especies emblemáticas, prácticamente
sofocadas por las especies introducidas, la con-
servación del contorno del lago, bajo un proyec-
to de restauración ambiental, o mejor examinar
un mejor desenlace que sea factible bajo las ac-
tuales condiciones del arreglo institucional, el
cual ha sido incapaz de impulsar
No existe una entidad que se desempeñe real-
mente como la autoridad de la cuenca y el lago.
Organismos como el Consejo de Cuenca no ha
funcionado del todo para eso; pone de acuer-
do a los municipios en torno a un presupuesto,
pero no moviliza a la sociedad, ni es el espacio
efectivo para la resolución de conflictos; la re-
presentación corporativa poco representativa
sigue dominando este espacio. Lo que se mues-
tra es un régimen de gestión endeble del lago.
La complejidad de la problemática socioam-
biental del agua, tanto a nivel mundial como en
el ámbito local, ha suscitado un sinnúmero de
diagnósticos y propuestas para enfrentarla, los
cuales sólo ponen en evidencia las enormes dis-
crepancias entre disciplinas científicas, políticas
públicas y grupos de interés en torno al apro-
vechamiento y la conservación de los recursos
hídricos. Los diagnósticos y propuestas surgidas
desde los hacedores de políticas públicas prime-
ras han adolecido de ser excesivamente tecno-
cráticas, con una fuerte orientación disciplina-
ria hacia las ingenierías y las ciencias naturales,
lo cual los lleva a examinar con detenimiento
al agua en sí, mas no a analizar con la debida
profundidad las fuerzas sociales que nos han lle-
vado a esta crisis mundial del agua, como ya ha
sido definida en los foros internacionales.
En el otro extremo también se ha caído en la
reducción de la complejidad, al representar al
agua como un recurso politizado, sumergida en
la dinámica del capital y dependiente pasiva de
las fuerzas sociales, sociologizando con esto los
problemas sociotécnicos de su gestión; el equi-
librio entre la dinámica hidrológica y la social
implica una perspectiva interdisciplinaria que
aún falta por desarrollar.
En la cumbre de Río de 1992 se realizó la Decla-
ración de Dublín, la cual cimenta una nueva vi-
sión en el manejo y gestión del agua, que a la fe-
cha se ha convertido en dominante en el ámbito
gubernamental y de agencias internacionales:
la Gestión Integrada de los Recursos Hídricos,
GIRH, luego de décadas de numerosos cuestio-
namientos y de esfuerzos fallidos para acordar
acciones a nivel global. Basada en el principio
de desarrollo sostenible, la GIRH propone una
aproximación integrada técnica, social y polí-
tica desterrando visiones previas basadas prin-
cipalmente en el desarrollo de infraestructura.
Posterior a la cumbre se conforma la red insti-
tucional para el impulso del nuevo paradigma:
asociaciones y organismos de escala mundial
especializados en atender la problemática del
recurso hídrico desde una perspectiva técnica,
social y política. En 1992 se forman el Con-
sejo Mundial del Agua, organizador de los fo-
ros mundiales del agua, y el Banco Mundial, el
PNUD y la Agencia de Cooperación Sueca for-
man el Global Water Partnership (GWP) con el
fin de promover la GIRH en todas las regiones
del mundo.
Los trabajos aquí presentados son evidencia del
esfuerzo sistemático que hay que llevar a cabo.
La problemática de la cuenca es una mixtura