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Gobernanza ambiental del lago de Pátzcuaro y la pesca
de sistematización de las numerosas experien-
cias de programas ambientales, lo que ha sig-
nificado “una continua y recurrente pérdida de
memoria de lo hecho y lo que falta por hacer”.
Además, este autor reconoce que resulta proble-
mático desarrollar programas desde un enfoque
con metas rígidas sin tomar en cuenta la calidad
y pertinencia de las acciones y la forma en que
se llevan a cabo.
Existe una gran cantidad de proyectos impulsa-
dos desde distintas instancias en la cuenca, pero
su visión fragmentada y sesgada hacia un de-
terminado aspecto de la problemática socioam-
biental ha conducido a resultados también par-
ciales, predominando soluciones técnicas en
detrimento del análisis detallado de la organi-
zación social como origen de gran parte de los
problemas. En virtud de ello, hasta el momento
no se ha logrado generar acciones capaces de
detener o revertir las tendencias de deterioro y
pérdida de los recursos naturales de la cuenca.
Asimismo la falta de coordinación entre todas
las instancias que promueven el desarrollo sus-
tentable en la cuenca no ha permitido una ca-
pitalización de sus acciones, llegando a ocurrir
una severa contradicción entre los postulados
de cada una, de tal manera que no llega a con-
solidarse una propuesta coherente de manejo
ambiental para los campesinos, quienes optan
por desacreditar a los promotores del desarro-
llo. A manera de hipótesis, el
Programa para la
recuperación ambiental de la cuenca del Lago de
Pátzcuaro, desarrollado con apoyo de la Fundación
Gonzalo Río Arronte-Instituto Mexicano de Tecno-
logía del Agua, desarrolló múltiples actividades en
toda el área de la cuenca, pero el impacto sobre el
arreglo institucional no ha demostrado ser tan sus-
tantivo como para redirigir el proceso de interac-
ción entre actores gubernamentales y los grupos
de interés en torno a la conservación de la cuenca
y su lago. Esto solo será observable en un media-
no plazo, si ninguna organización gubernamental
retoma el liderazgo y el esfuerzo para realizar ac-
ciones que trasformen el entorno institucional res-
pecto al lago desde un enfoque ecosistémico.
De acuerdo con el Convenio sobre la Diversidad
Biológica (CDB), para caracterizar las complejas
relaciones entre ecosistemas y sociedad, se re-
quiere de una perspectiva que integre las dimen-
siones sociales relevantes con las ecológicas, de
acuerdo con áreas geográficas definidas por lí-
mites ecológicos, lo cual constituye la base del
enfoque ecosistémico (Shephard 2004). Desde la
perspectiva social, el deterioro ambiental es un
fenómeno construido, en el sentido que es una
mezcla de elementos heterogéneos en interac-
ción convertidos en hechos sociales, de acuer-
do a cada sociedad particular. Estas sociedades
le dan significado y determinan los parámetros
normativos sobre cuales niveles de equilibrio/
desequilibrio ambiental son aceptables (Lezama
2004).
Caracterizar el deterioro ambiental requiere de
la vinculación entre procesos biofísicos y socia-
les que transcurren a escalas muy distintas. Es-
tos procesos son conformados en unidades de
análisis indivisibles que funcionan como una to-
talidad, convirtiéndose entonces en fenómenos
complejos (García 1986) cuyo estudio no puede
abordarse a partir de la simple adición de las
disciplinas propias de cada uno de los elemen-
tos (Castañares 2009: 13-24). Es necesario lo-
grar una verdadera articulación, lo cual resulta
aún más complicado cuando se pretende tener
como resultado una política pública, entendien-
do por esta a la confluencia de la acción guber-
namental con la acción de los grupos sociales
implicados, con el fin de producir resultados de
beneficio general (Cabrero-Mendoza 2005).
Durante décadas, el régimen político en México
ha sido caracterizado como autoritario y fuerte-
mente centralizado a nivel federal, pero en rea-
lidad como muestra la literatura, dicha centrali-
zación creó un orden jurídico que tenía que ser
negociado con los grupos de poder local para