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se conviertan en políticas públicas auspiciadas por las instituciones, capaces
de perdurar a lo largo de diferentes administraciones.
Esa agenda podría guiar una lógica tecnológica distinta de la actual, según
la cual grandes empresas construyen grandes obras o grandes programas de
gobierno emprenden grandes proyectos que son abandonados porque no
hay capacidad ni recursos para operarlos.
El nuevo método tecnológico debería atender mucho más a lo local,
en una escala mucho más acotada, donde la comunidad gestione y maneje
las obras con la participación o el respaldo de instituciones, de centros
educativos y de investigación, y de organizaciones no gubernamentales.
Lo anterior sería objeto de aprendizaje social e institucional, mientras se
consolida como proceso. También puede ser objeto de difusión, en el sentido
de que la transmisión de su experiencia permitiría compartir conocimientos
con otros actores, en otros lugares.