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La cuenca del río Usumacinta
desde la perspectiva del cambio climático
labores de limpieza de sus parcelas. Posterior a la roza de los
campos, se procede a la quema de los restos de la cubierta vegetal,
práctica que marca el fin de la estación seca que comienza en
el mes de noviembre y culmina en mayo. La roza-tumba-quema
practicada desde tiempos prehispánicos en las comunidades
rurales del sur de México es considerada, aun en nuestros días,
como la más importante forma de subsistencia campesina. No
obstante, es bien sabido que este sistema se contempla como una
de las principales amenazas para el bosque, debido a que implica
el desplazamiento periódico de los cultivos que va alterando la
superficie arbolada. Por este motivo, los ambientalistas señalan
incompatible esta práctica con la conservación de los recursos
forestales (Haenn, 2005:113).
El sistema de roza-tumba-quema ha sido el mecanismo mediante
el cual los campesinos del ejido han transformado el entorno
natural del territorio ejidal que, en un inicio, estaba cubierto por
bosques húmedos de pino-encino. Durante los primeros años
del ejido, cuando los habitantes de Ojo de Agua comenzaron a
trabajar en las tierras ejidales que les fueron dotadas, tuvieron que
abrir claros en el bosque para establecer sus milpas y potreros.
A través de esta práctica, se sustituyeron amplias extensiones
de bosques por milpas, potreros y acahuales en las décadas
subsecuentes. Como consecuencia ahora, en la parte baja de la
cuenca río Grande Lagunas de Montebello, es decir, el área del
Parque Nacional y en particular el territorio del ejido Ojo de
Agua, predominan los usos de suelo de tipo agrícola, vegetación
secundaria y pastizales cultivados.
Los relatos de los primeros pobladores del ejido resaltan las
dificultades para la producción agrícola y el sostenimiento de la
vida en las nuevas tierras. Las bajas temperaturas y abundantes
lluvias durante casi todo el año impedían el desarrollo de los