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La cuenca del río Usumacinta
desde la perspectiva del cambio climático
En 1969, los ejidatarios de Ojo de Agua realizaron por primera
vez la explotación de sus bosques, vendiendo su madera a un
contratista forestal. A partir de entonces, la actividad ha sido
fundamental para los ejidatarios locales, al mismo tiempo en
que se ha convertido en un elemento de gran importancia en la
modificación del paisaje y las condiciones ambientales, en general.
Antes esto era puro ocotal, pero con el tiempo se ha venido
acabando. Cuando era niño, se sacaban hasta tres mil metros
cúbicos al año. Ahora, si acaso, se sacan 900 mil o mil cien
metros cúbicos, porque la gente aquí su pensamiento es otro;
esperan que el monte crezca solito, pero yo pienso que hay que
ayudarle un poco, hay que sembrar
(entrevista con Rodolfo
Pérez, Ojo de Agua, 9 de mayo, 2012).
Si bien la población local reconoce que el proceso de regeneración
de este tipo de árboles es rápido y no requiere de mucho trabajo,
en las últimas décadas la cubierta vegetal del ejido ha disminuido
de manera importante, así como también la altura y grosor de
los árboles del bosque, lo cual se observa en la caída del volumen
del aprovechamiento forestal del ejido. Aunado a ello, la escasa
presencia de vegetación de encino ha incidido en las condiciones
de los suelos y la humedad en el ambiente, que han propiciado
mejores condiciones para el desarrollo de los cultivos. Para
profundizar en las experiencias de los pobladores locales en las
prácticas agrícolas, analizaremos a continuación la diversificación
de los cultivos en el ejido.
Milpa y transformaciones agrícolas en Ojo de Agua
El principal ciclo productivo de la milpa en Ojo de Agua es el
que se cultiva en mayo y se cosecha en octubre. En promedio, las
familias siembran de tres a cinco hectáreas de milpa. Al iniciar la