350
La cuenca del río Usumacinta
desde la perspectiva del cambio climático
razón, la práctica conocida como “siembra de riego” es marginal,
ya que las bajas temperaturas y, en ocasiones la ausencia de
lluvias, amenaza el buen término del ciclo productivo. No todos
los ejidatarios asumen el riesgo de perder la cosecha, por lo cual
esta práctica poco a poco se ha ido abandonando. La cosecha de
este ciclo se levanta entre los meses de abril y mayo.
Las variedades de maíz que se cultivan son el criollo (amarillo) y
aquella conocida como “Chapingo” (maíz blanco). Pero la población
local prefiere el maíz amarillo debido a que es más resistente a
las bajas temperaturas de la región. Dichas variedades se cultivan
indistintamente, ya sea en el ciclo de temporal o de “riego”.
Como discutimos anteriormente, los primeros pobladores del
ejido se enfrentaron con serias dificultades para desarrollar la
actividad agrícola durante la primera década que precedió a la
fundación de Ojo de Agua. En la década de 1950, de acuerdo
con testimonios de los primeros pobladores, se pudieron obtener
buenas cosechas de maíz y frijol. En la década de 1970, los
pobladores tuvieron acceso al fertilizante:
Cuando vino el abono ya todo cambió. El abono comenzó a llegar
como en 1975, porque en el año 1980 a 1983, el gobierno abrió
un banco y una bodega para sacar el fertilizante, bajo crédito,
porque se pagaba pues, trabajamos durante tres años a Bancrisa;
yo era el comisariado ejidal entonces. Hubo cartera vencida, pero
no se alcanzó a pagar toda la deuda… después de todos estos
años comprábamos el abono, vino un programa, un proyecto de
Procampo que nos empezó a ayudar. Cuando Miguel de la Madrid
era presidente, formó un convenio de veinte años, y entonces nos
ayudó porque ya cada año nos daba fertilizante. Entonces ya más
adelante, con la ayuda de Procampo, hubo mejoramiento de la
vida
(entrevista con Jaime Pérez Jiménez, Ojo de Agua, 1o
de diciembre, 2011).