En un estudio sobre la Huella Hídrica
agrícola en los valles de Etla, Zimatlán
y Tlacolula, Oaxaca (Chávez Cortés &
Binnqüist Cervantes, 2012), se conclu-
ye que, en los tres valles estudiados, el
maíz de grano es, por el momento, un
cultivo poco rentable económicamen-
te y con una alta Huella Hídrica azul
y verde, mientras que el frijol, el jito-
mate e incluso la alfalfa resultan una
mejor opción. Sin embargo, el maíz
contribuye sustancialmente a la sufi-
ciencia alimentaria de los estratos más
pobres, y los maíces nativos de Oaxa-
ca presentan valores agregados muy
importantes, como su germoplasma,
que es una prioridad en términos de
su conservación biológica; son muy
tolerantes y se adaptan a múltiples
ambientes, además de tener una gran
importancia social, al ser el sustento
de un complejo sistema biocultural y
étnico (Casas-Cázares et al., 2009). De
aquí, que la sustitución del maíz por
otros cultivos constituya una solución
subóptima, tanto desde la perspectiva
ecológica como social. Finalmente,
en el estudio mencionado se afirma
que la Huella Hídrica agrícola es un
indicador con potencial para orientar
políticas públicas que promuevan la
protección y el uso sustentable de los
recursos hídricos desde la perspectiva
del ordenamiento y el desarrollo terri-
torial, siempre y cuando se contextua-
licen sus impactos y los beneficios del
uso del agua.
2.7. Conclusiones
y camino por
delante
Los grandes desafíos en materia de
agua en México y en el mundo, nos
obligan a revisar las políticas públicas
y las formas de producción y consumo
que hasta ahora distan mucho de ser
sostenibles. La Huella Hídrica puede
aportar una nueva perspectiva, com-
plementando a otros indicadores para
orientar las políticas públicas y ayudar
en la toma de decisiones, tanto gu-
50