18
Evaluación de costos de adaptaciónal cambio climático
en organismos operadores de agua
Esta definición supone que cuanto mayor sea el conjunto de acciones encaminadas a la mitigación
y adaptación, menor será la vulnerabilidad ante los efectos del cambio climático. En este sentido,
el sector de servicios de agua potable y alcantarillado presenta un desafío importante para lograr
que en la gestión de los organismos operadores de agua en México se considere la vulnerabilidad
ante los efectos del cambio climático, para que se desarrollen acciones de corto y mediano plazos
para adaptarse a estos efectos.
Para identificar la vulnerabilidad de un organismo operador pueden aplicarse dos enfoques
(Danilenko, 2010):
top down y bottom up,
a través de los cuales se analizan los principales factores
a que se enfrenta un organismo operador ante escenarios de cambio climático, es decir, se basan
en una evaluación de la vulnerabilidad
(Figura 2.7).
Enfoque
bottom up.
Se diseñó como una ruta para determinar los impactos del cambio
climático en sistemas de agua. La idea central de este enfoque es que las empresas pueden trabajar
con sus propios modelos de planeación de recursos hídricos, a fin de evaluar la vulnerabilidad de
sus planes de suministro dentro de veinte o cincuenta años debido a los impactos del cambio
climático (Cromwell, 2007).
Basados en los resultados generales de las investigaciones en materia de cambio climático, las
empresas pueden identificar la probabilidad de rutas causa-efecto que podrían afectarle. Del
mismo modo, los modelos desarrollados con recursos propios pueden ser aplicados para examinar
los escenarios extremos, considerando decrementos en la recarga de acuíferos, incrementos en
pérdidas por evaporación y cambio estacionales (Cromwell, 2007). De este modo el enfoque
bottom up
, permite que las empresas de agua evalúen sus planes actuales y valoren el efecto del
cambio climático en las mismas, de forma que evalúen su propia capacidad de adaptación ante los
fenómenos climáticos.
Enfoque
top down
.
Esta metodología está caracterizada por el uso de Modelos de Circulación
General (MCG) a nivel regional (Danilenko, 2010). Se enfocan en la evaluación de los riesgos a
largo plazo del cambio climático; sus principales elementos son los escenarios de cambio climático
y los escenarios de base socioeconómica y ambiental (UNFCCC, 2007).
Uno de los problemas que existen con este enfoque es la escala de los modelos de cambio
climático, ya que la información es generalmente proporcionada con resoluciones espaciales de
varios miles de kilómetros cuadrados (Danilenko, 2010) lo que dificulta su aplicación de manera
puntual.
Los MCG simulan ciertos parámetros climáticos a futuro, tales como la concentración del dióxido
de carbono, como resultado de diferentes escenarios generados por el IPCC. Los resultados de
un MCG se presentan mediante una resolución espacial y temporal del sistema climático. Es decir
mediante una malla de puntos, también llamada grid, cuyas coordenadas geográficas se encuentran
uniformemente distribuidas, usualmente a una distancia de 2.5° o 1° (latitud y longitud). En cada
punto, los MCG pronostican un valor de alguna variable atmosférica (usualmente precipitación y/o
temperatura) (Rivas, 2010).