Esta cuenca es de gran interés porque
es la zona norte limítrofe de la Reser-
va de la Biósfera Sierra de Manantlán
–un área protegida prioritaria para la
conservación de la biodiversidad en
Norteamérica (Jardel, Santana y Graf,
1996)– y porque la población local
ha exigido formalmente al gobierno
resolver los problemas de contamina-
ción del río Ayuquila (Martínez-Rivera
et al
., 2000).
Con el aumento de la producción agrí-
cola –principalmente caña de azúcar–
y el aumento de la población –nativa
y de inmigrantes de pueblos aleda-
ños por el crecimiento económico–,
la contaminación del río Ayuquila se
agudizó, afectando principalmente a
los pobladores ribereños aguas aba-
jo. La demanda de estas poblaciones
condujo a que los actores regionales
tomaran acciones concretas para la
solución del problema de contami-
nación del río. Pero no fue sino hasta
1998 que, como respuesta a una grave
contingencia ambiental provocada por
el derrame de 100 m
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de melaza al río
Ayuquila por parte del ingenio azu-
carero Melchor Ocampo, se tomaron
acciones importantes para disminuir la
contaminación (Graf, Santana, Jardel,
Gómez y García-Ruvalcaba, 2003;
Martínez-Rivera, Carranza, Aguirre,
Sandoval, Olguín y Hueso, 2002).
Este siniestro ambiental detonó un
gran proceso social y político local-
mente, que presionó al gobierno fe-
deral y al mismo ingenio a realizar
acciones concretas para el control
de la contaminación. A partir del in-
cidente en 1998, tres instancias de
gestión se han ido desarrollando con
escalas en los ámbitos local, munici-
pal y regional. Se creó la Comisión
de la Cuenca del Río Ayuquila, cuyo
enfoque estaba orientado hacia la nor-
matividad del uso del agua a escalas
estatales y que contaba con la parti-
cipación de los representantes de los
usuarios de agua, de funcionarios de
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