220
un espacio en particular y con las condiciones sociales y ambientales
específicas. De otra parte, la planeación de servicios en zonas
periurbanas no puede darse de forma aislada, sino tomando en cuenta
un ordenamiento territorial (existente o por construir) como marco
general en el que tales servicios sean incorporados. Los servicios
públicos en estas zonas no pueden aparecer con una planeación
aislada y automática. Es necesario tomar en cuenta la mayor parte de
contextos y factores que, al menos, las hagan sustentables.
Por último, habrá que reconocer que lo más importante es tomar en
cuenta el tipo de soluciones que han sido ensayadas en el pasado y
no repetir los esquemas que han demostrado no ser ni funcionales
ni sustentables. La búsqueda de opciones alternativas, novedosas,
abre las puertas hacia nuevos horizontes que deben ser explorados:
las soluciones homogéneas, generalizadas, las que se basan en
experiencias pasadas, deben ser evaluadas y conocidas para no
repetir los mismos errores de implementación. De fondo, habría
que aprender de las experiencias pasadas y reconocer y valorar las
lecciones que nos dan las intervenciones y tecnologías fallidas, para
plantear miradas y acciones distintas a los retos que se presentan para
el manejo del agua, del saneamiento y de los residuos sólidos. Salirse
de los esquemas que se han aplicado por décadas es un paso sustancial
en un proceso de aprendizaje que, junto con los destinatarios (los
pobladores de zonas periurbanas), ayuda a encontrar soluciones
verdaderamente adecuadas, viables y sustentables.
Vivace
quiso dar
un paso en ese terreno, en la búsqueda de opciones vitales y viables
para enfrentar los problemas urbano-ambientales que puedan servir
como modelo o senda a seguir en nuestras ciudades latinoamericanas.