El papel de la gestión de recarga de acuíferos en la solución integrada a los desafíos del agua subterránea
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y a los consiguientes estragos agrícolas y sociales. Una comunidad informada no aceptará el
argumento de que los niveles decrecientes en la cantidad y calidad del agua subterránea se deben
a ‘causas de fuerza mayor’ y exigirá a los gobiernos que actúen con decisión y justicia. Muchos
agricultores saben que sus hijos no se podrán ganar la vida con un acuífero en vías de agotamiento,
por lo que continúan maximizando la producción mediante el riego para permitir que sus hijos
terminen su educación y consigan empleos en la ciudad, los cuales ofrecen rentas más altas que
la agricultura. Sus ingresos de retiro serán las remesas de sus hijos, complementadas por lo poco
que puedan cosechar mediante una agricultura de temporal o secano o actividades de pastoreo.
Los agricultores y los gobiernos saben bien que la bonanza extraordinaria se acabará y que las
intervenciones valiosas son aquellas que prolongan la vida del recurso hídrico y que mejoran el
‘rendimiento de cultivo por cada gota’ o el ingreso comercial por unidad de agua (CGIAR, 2015).
La inversión para mejorar la recarga de acuíferos es, por tanto, una actuación políticamente segura
para los gobiernos. Las estructuras de recarga constituyen un símbolo de apoyo del gobierno, y
los agricultores están deseosos de tenerlas en la proximidad inmediata de sus pozos (Maheshwari
et al.
, 2014). Sin embargo, una estrategia que considere solo el suministro debe ponerse en duda
con relación a la eficacia y a la equidad del impacto. En casos en los que el índice de extracción
de agua subterránea es de 2 a 100 veces el de la recarga natural (Dillon
et al.
, 2009a), debemos
preguntarnos francamente si una mayor recarga podría realmente subsanar este déficit. No obstante,
en estos casos extremos puede ser una medida de protección que puede prolongar la viabilidad del
recurso el tiempo suficiente para que algunos agricultores alcancen sus objetivos a corto plazo.
Lo que es más importante, existe un potencial enorme para que una mayor recarga se use como
palanca para ayudar en la conservación del agua (gestión de la demanda), se consiga un valor
mucho más alto de la inversión del gobierno y se incremente la seguridad del medio de sustento del
agricultor. Por ejemplo, la formulación de un plan de gestión de agua subterránea, la programación
del riego, la plasticultura, las pruebas de suelo e incluso las mejoras de la infraestructura de riego
podrían exigirse como un prerrequisito para el financiamiento de estructuras de recarga en un área
dada como un paquete de servicios de extensión agraria. Sorprendentemente, parece ser que esta
palanca raramente se usa y podría tener un gran impacto agregado en asegurar la producción de
alimentos, reducir el consumo de energía y estabilizar a comunidades rurales.
Si el reabastecimiento de agua subterránea ofrece tantos beneficios, ¿por qué es actualmente un
instrumento tan subutilizado en la gestión de agua subterránea? Entre las barreras para su adopción
