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Análisis ecológico y poblacional de la especie
Cambarellus patzcuarensis
del Lago de Pátzcuaro
abdómenes para nadar y son altamente intole-
rantes a bajas concentraciones de oxígeno en el
agua (Crandall y Buhay, 2008).
El diseño corporal se presenta mediante un
cuerpo segmentado, más o menos cilíndrico
cubierto por un tegumento fuertemente calcifi-
cado. Está dividido en dos partes: cefalotórax y
abdomen. El cefalotórax incluye los ojos pedun-
culados, el aparato bucal y las cámaras bran-
quiales, básicamente; mientras que en el abdo-
men se sitúan los pleópodos, el ano y el telsón
(Rodríguez-Serna, 1999).
Presentan cinco pares de apéndices torácicos,
uno modificado para tomar el alimento, la de-
fensa y el ataque, denominado quelípodo y los
otros cuatro para la locomoción, manipulación
del alimento y la limpieza. Estos 10 apéndices
en su conjunto, son conocidos como pereiópo-
dos y le dan el nombre al grupo Decápoda. Los
apéndices abdominales se conocen como pleó-
podos y sirven en la hembra para el transporte e
incubación de los huevos, así como para el mo-
vimiento del agua y oxigenación de los huevos
(Pennak, 1978).
Alimentación
Los acociles se desarrollan en hábitats donde
las fuentes de alimento son variadas, y uno de
sus grandes éxitos radica precisamente en su
capacidad para adaptarse a estas condiciones
(Carmona-Osalde, 2004).
El acocil es un organismo omnívoro, de cierta
manera es carroñero y muy detritívoro aunque
no busca deliberadamente alimento muerto
para comer (Palacios-Guillen, 2003) son de há-
bitos nocturnos (Crandall y Buhay, 2008). Ge-
neralmente son oportunistas generalistas, son
politróficos; pueden depredar tanto individuos
vertebrados como invertebrados (Rodríguez-
Serna, 1999; Hinojosa-Garro, 2001), ocasionando
un impacto sobre la estructura y dinámica de
los ecosistemas acuáticos, que se ve reflejado
en las relaciones que establece con diversas es-
pecies en los diferentes niveles tróficos. Gracias
a su flexibilidad alimenticia puede mantener al-
tas densidades poblacionales (Hinojosa-Garro,
op.cit.).
Normalmente se alimentan en el fondo pues-
to que es bentónico, pues su incapacidad para
nadar rápidamente les impide capturar organis-
mos ágiles. Consumen desde pequeños inverte-
brados como crustáceos, moluscos, gusanos e
insectos, hasta plantas verdes, perifiton, detri-
tus y subproductos agrícolas (Avault et al., 1981;
D´Abramo y Robinson, 1989). Además, como
otros crustáceos presentan un comportamiento
canibalista, el cual está estrechamente relacio-
nado con la época del año, la edad y el aporte de
proteína animal en la dieta (Marshall y Orr, 1960;
Guan y Wiles, 1998).
A diferencia de otros organismos, estos inver-
tebrados no cuentan con órganos de almacena-
miento o tejido de reserva, por lo que la única
fuente de aporte de nutrientes durante el proce-
so de reproducción es la dieta (D´Abramo, 1997).
Las hembras no sólo deben cubrir sus demandas
corporales, sino también las de la maduración
gonádica y las reservas del huevo. Los machos
por su parte deben producir suficiente esperma
de buena calidad que asegure la fecundación y
el éxito reproductivo (Bray et al., 1989; Alfaro,
1996). La disponibilidad y calidad del alimento,
antes y durante la reproducción, afecta tanto la
fecundidad por desove como el número de des-
oves (Ali y Wootton, 1999), además de la com-
posición y calidad de los huevos (Harel et al.,
1995). De hecho, las estrategias reproductivas de
las especies están estrechamente relacionadas
con las variaciones ambientales y la abundancia
de alimento (Himmelman, 1980).
En condiciones controladas aceptan cualquier
tipo de alimento, y presentan una alta digestibi-
lidad hacia una amplia variedad de materiales,