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científicos reconocen que la determinación del
caudal mínimo es arbitraria e inadecuada, porque
la estructura y función de un ecosistema fluvial y
muchas otras adaptaciones de la biota son dictadas
por variaciones de patrones temporales en los
caudales de los ríos (el paradigma del régimen
de caudal natural).
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Existe
un acuerdo general entre científicos, y muchos
operadores, que para proteger la biodiversidad de
las aguas dulces y mantener los bienes y servicios
esenciales que proveen los ríos, se necesita
simular los componentes de variabilidad del flujo
natural, tomando en consideración la magnitud,
frecuencia, duración, periodicidad, tasa de cambio
y predictibilidad de los caudales (avenidas y secas),
y la secuencia de tales condiciones.
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El desarrollo de un plan de manejo de caudales
ambientales defendible, necesita incorporar una
apreciación esencial de los patrones naturales de
variabilidad de los caudales y efectuar un proceso
de calibración fehaciente del comportamiento de
los caudales con información biológica empírica
y científica. Los caudales ambientales pueden ser
cuantificados de muy diferentes formas, y con
una variedad diferente de criterios.
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En un sistema fluvial específico, primero
se puede utilizar un proceso de manejo
adaptativo para establecer los caudales base
sobre la variabilidad natural del caudal, con
la información hidroecológica disponible y
la opinión de un experto que pueda validar
con datos de campo y establecer para sitios
específicos las condiciones ecológicas o
puntos críticos de salud del ecosistema. Esta
aproximación es más apropiada para ríos que
tienen un interés científico o social (proyectos de
restauración), o para grandes sistemas fluviales
que son únicos.
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Por lo tanto,
el propósito es más bien intentar el manejo de la
generalidad o determinar el régimen de caudal
natural para muchos ríos individuales, o sea,
identificar ciertas clases de ríos basándonos en
ciertos atributos de baja variabilidad y, entonces,
calibrar las relaciones entre las alteraciones en
cada caudal en específico y sus condiciones
ecológicas medibles.
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Realmente, la biota acuática y riparia de un
río o corriente no tiene que estar adaptada
exclusivamente a un río en específico; puede
efectuarse una cierta generalización para
diferentes tipos de variabilidad de caudal que
generan ciertas condiciones ecológicas en
las comunidades y diferentes estrategias de
historia de vida en las especies (aunque esto
implica un conocimiento detallado de la región
de interés).
Acorde con la clasificación de los ríos en grupos
ecológicamente coherentes, se pueden generar
unidades de manejo prácticas (distintas clases
de ríos para los cuales existe un rango natural
específico de variación hidrológica y biótica). La
clasificación hidrológica del río con fundamento
estadístico, combinado con el análisis ecológico
calibrado, es particularmente adecuada para el
desarrollo de una guía de caudales ambientales
científicamente defendible a escala nacional
y regional, en la cual prevalezcan las mismas
condiciones climáticas, fisiográficas y ecológicas.
Dentro de una región, las características
ecológicas de una corriente/río de una cierta
clase hidrológica se espera que sea relativamente
similar a otra comparada con otras características
ecológicas entre clases. Por lo tanto, estas clases
representan distintas unidades para el manejo de
los caudales.
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Brown y King (2003) mencionan que existen
cuatro pasos básicos para aproximarse a esta
metodología:
