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Introducción
(Petén) se encontraba prácticamente despoblada (De Vos, 1980).
En el periodo postcolonial la cuenca Usumacinta, en su porción
media del lado mexicana –Selva Lacandona-, se empieza a explotar
por madereros tabasqueños de 1822 a 1949 (De Vos, 1988); el
establecimiento de nuevos núcleos de población en ambos lados
comienza en las décadas 60 y 70 del siglo pasado. En esas décadas
inicia un nuevo proceso acelerado de devastación de selva para
ampliar la frontera agrícola y ganadera; esa dinámica persiste en
la actualidad.
Las actividades vinculadas al fenómeno de cambio climático en la
cuenca Usumacinta son la liberación de gases efecto invernadero
por el derribo masivo de masas selváticas, la quema inducida y
no inducida, el uso de agroquímicos en las tierras que antes eran
selva y que en la actualidad han perdido su fertilidad para cultivos
agrícolas, la actividad ganadera, así como los monocultivos de
palma de aceite, teca, eucalipto y otras especies comerciales; esas
actividades atentan contra la resiliencia de diferentes ecosistemas
presentes en la cuenca.
Otras actividades en la cuenca, tanto en México como en
Guatemala, que contribuyen al cambio climático son la
extracción de petróleo y gas, hidroeléctricas y minería a cielo
abierto; estas actividades son parte del modelo capitalista en su
fase neo-extrativista adoptado por los gobiernos de los dos países;
en la cuenca Usumacinta este modelo se hace presente a través
del denominado Proyecto Mesoamérica (antes PPP -Plan Puebla
Panamá-). Según Mellini (2004), se tiene también una devastación
de Áreas Naturales Protegidas (ANP) en la porción guatemalteca
por grupos de narcotraficantes (pistas de aterrizaje), población
inducida por grandes terratenientes que provocan incendios para
posteriormente argumentar jurídicamente el cambio de uso del
suelo, el objetivo es utilizar la tierra para ganadería extensiva