Manejo de la recarga de acuíferos: un enfoque hacia Latinoamérica - page 50

Manejo de la recarga de acuíferos: un enfoque hacia Latinoamérica
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regiones áridas y semiáridas de todo el mundo (Sahuiquillo, 2009). La Ciudad de México, Calcuta,
Shanghái, Buenos Aires, Dhaka, Manila, Pekín, París y Londres figuran entre las ciudades más
pobladas del mundo en las que el agua subterránea ha sido un factor clave para su desarrollo. De
igual forma, extensas zonas de la India, China, Estados Unidos y México han experimentado un
aumento exponencial del riego con agua subterránea.
El agua subterránea es un recurso que tiene un componente renovable que, cuando se utiliza
adecuadamente, puede garantizar el abastecimiento del agua a largo plazo incluso para satisfacer
las crecientes demandas y la mitigación de los efectos del cambio climático. Sin embargo, en
algunos casos la inadecuada explotación de los recursos hídricos subterráneos ha provocado efectos
indeseables, como el descenso excesivo de los niveles freáticos o piezométricos, la intrusión de
agua de mar en los acuíferos costeros, el hundimiento del terreno, la degradación de la calidad del
agua y la desaparición de humedales (Declaración de Alicante, 2006).
El volumen total de agua en la Tierra es alrededor de 1,400 millones de km
3
, de los cuales solo
el 2.5 % o alrededor de 35 millones de km
3
es agua dulce
. La mayor parte del agua
dulce ocurre en forma de hielo o nieve atrapada en la Antártica y Groenlandia, o en los acuíferos.
Las principales fuentes de agua para uso humano son los lagos y ríos, la humedad del suelo y los
acuíferos. Aproximadamente el 30 % del agua dulce se aloja en los acuíferos (Shiklomanov, 1993).
Entender la interacción del agua subterránea con la superficial como parte del ciclo hidrológico, así
como con las actividades humanas, es básico para establecer programas de explotación racionales
de este recurso. El clima (lluvia en exceso); la topografía; los procesos de deforestación; la geología
y las condiciones hidrogeológicas de los acuíferos; la conexión natural de ríos, lagos, lagunas,
humedales y vasos de presas con los acuíferos (flujo de agua de los cuerpos superficiales hacia los
acuíferos y de estos a aquellos); la recarga inducida bajo zonas de riego o de redes de distribución
de agua potable y residual o en forma artificial mediante obras especificas; el recubrimiento
del suelo con asfalto, concreto y acero en grandes regiones de las ciudades e industrias, y el
aprovechamiento del agua mediante bombeo sin duda actúan sobre el comportamiento de
las aguas subterráneas. Si a todo ello se suma el impacto del cambio climático sobre el ciclo
hidrológico, se puede concluir que el reto de entender y aprovechar de una manera racional este
recurso es muy grande.
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