GUÍA DE POLÍTICAS PÚBLICAS EN EL ÁMBITO ESTATAL EN MATERIA DE AGUA POTABLE Y SANEAMIENTO - page 46

Guía de políticas públicas en el ámbito estatal en materia de agua potable y saneamiento
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operador tenga todas las previsiones, equipos de
respaldo y la programación y la ejecución de las
rutinas y los calendarios de mantenimiento pre-
ventivo y correctivo, así como la rehabilitación
de los equipos a efecto de garantizar la conti-
nuidad del servicio y elevar el rendimiento y
vida útil de tuberías y demás implementos.
3.4 Entornos urbano y
rural
El número de habitantes que tiene una pobla-
ción determina si se le considera rural o urbana.
De acuerdo con criterios del INEGI, una pobla-
ción se considera rural cuando tiene menos de
2,500 habitantes y será urbana cuando la ha-
bitan un número igual o mayor a esa cantidad.
La consideración del entorno tiene amplia tras-
cendencia en relación a la cobertura de agua
potable y saneamiento,
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debido a las políticas
que se implementen de acuerdo a sus caracterís-
ticas sociodemográficas.
El incremento acelerado de la población es una
realidad en casi todos los estados del país. En
algunos lugares la tendencia apunta a que la po-
blación se duplicará en unas cuantas décadas.
Sin embargo, los entornos urbano y rural en
su proceso demográfico presentan aspectos di-
versos, que implican diferencias en la atención
de los servicios de agua potable y saneamiento
en cuanto a la demanda, el volumen requerido,
la forma de abastecimiento, la ubicación geográ-
fica, diversos aspectos sociales (migración, por
ejemplo), entre otros.
Dado que con el tiempo el crecimiento de las lo-
calidades urbanas va generando la absorción de
las localidades aledañas, ya sean rurales o ur-
banas, se agudiza la formación de metrópolis, que
consiste en la conurbación de las localidades, de
cualquier tipo, a los núcleos urbanos mayores y a
localidades “muy cercanas” que, por su tamaño
agrupado, lleguen a ser un todo urbano. De esta
manera, se considera que con el tiempo algunas
poblaciones pasarán a ser urbanas, lo que resulta
en la reducción de las zonas urbanas a atender,
en número, aunque no en tamaño. No obstante,
esto puede redundar en un beneficio económico,
tanto para la construcción de los sistemas (cer-
canos y homogéneos); como para la operatividad
del servicio. Lo anterior, siempre y cuando se
impulse la creación y operación de organismos
operadores intermunicipales o metropolitanos,
que puedan enfrentar más adecuadamente los
retos de los nuevos centros poblacionales.
Así, en tanto que en las zonas urbanas regulares,
entendidas como aquellas contempladas en la
planeación y demás instrumentos de control
urbano, es factible tener trazos convencionales
de las redes de distribución de agua y de al-
cantarillado, se debe dar especial relevancia
a mantener la infraestructura en condiciones
apropiadas de operación y con volúmenes y
presiones apropiadas a las necesidades de los
usuarios domésticos y no domésticos.
En zonas dispersas o de baja densidad pobla-
cional, las soluciones convencionales, tales
como redes de abastecimiento y redes de alcan-
tarillado, resultan más costosas. No obstante, es
necesario proveer a la población de agua sufi-
ciente para sus requerimientos domésticos. Para
ello, y considerando las particularidades de cada
caso, se podrán implementar esquemas de fi-
nanciamiento o construcción de participación
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Según la ONU “La mayoría de los que no tienen acceso
a agua potable y saneamiento son personas pobres de zonas
tanto urbanas como rurales…Los pobres de zonas rurales
representan el grueso de la población que carece de agua
potable y saneamiento” (El derecho al agua, pp. 19-20).
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