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Manejo de la recarga de acuíferos: un enfoque hacia Latinoamérica
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valor de recarga se realiza un balance hidrológico. Un método alterno es la aplicación del modelo
de diferencias finitas, conocido como SWAP (Feddes
et al.
, 1978), el cual es unidimensional y
considera el flujo vertical en las zonas saturada y no saturada. Al aplicar un modelo numérico es
necesario aplicar un rango de condiciones (tipo de suelo y tipo de rotación de cultivo) que ocurren
en la zona, permitiendo una subdivisión de áreas dentro de una unidad de cálculo homogénea.
El modelo SWAP se ha utilizado para estimar la recarga en zonas agrícolas de la provincia de
Punjab, Pakistán, donde la infiltración por canales de irrigación y percolación profunda en los
campos irrigados contribuyeron considerablemente a la elevación del nivel freático (recarga). En el
año 1900, el nivel del manto freático se ubicaba en 30 m de profundidad; para 1950 ascendió a tres
metros de profundidad, manteniéndose en la actualidad (Simmers, 1997).
Las técnicas de recarga con pozos se orientan a infiltrar el agua a la zona saturada mediante
perforaciones someras o profundas.
Los pozos someros de recarga se utilizan para acuíferos con niveles freáticos someros o en lugares
donde las capas superficiales son de baja permeabilidad y por debajo existen materiales permeables,
lo que impide la aplicación de las técnicas de distribución. La técnica permite la infiltración en
dirección de las capas de mayor permeabilidad. Los pozos someros se construyen dentro de un
estanque de infiltración, una zanja de infiltración o en el interior de un cauce natural. Recordemos
que son un medio por el cual propiciamos que suceda la infiltración atravesando las capas de menor
permeabilidad a capas con mayor permeabilidad (Wayne, 1981).
En zonas áridas y semiáridas se utiliza cada vez más la construcción de pozos secos, que constan de
pozos someros que penetran en la zona no saturada; su función es infiltrar agua de lluvia colectada
en las áreas verdes (parques, andadores, camellones) que no tienen un grado de contaminación. Los
pozos se colocan en depresiones naturales o se interconectan a un sistema de recolección; el agua
de lluvia es filtrada en un desarenador y el efluente se infiltra dentro del pozo seco. Un problema
asociado con el uso de estas estructuras es la posibilidad de introducir no solamente sólidos en
suspensión, sino también compuestos orgánicos (nitratos, pesticidas) y bacterias contaminantes
directamente al acuífero. El uso de las estructuras existentes es ventajoso, porque reduce los costos.
En la Ciudad de México
) se han instalado 75 pozos de este tipo con la finalidad de
infiltrar el agua que produce inundaciones en zonas bajas (Mendoza-Cázares
et al.
, 2013).
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