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La cuenca del río Usumacinta
desde la perspectiva del cambio climático
Dado que para la siembra más tardía (31 de diciembre) en el ciclo
O-I, la etapa sensible al estrés térmico ocurre entre el 12 de febrero
y el 5 de abril, y que los meses de enero y febrero es mínimo o
casi nulo el efecto de estrés térmico, se puede afirmar que para
siembras en el ciclo O-I, el efecto de elevadas temperaturas sobre
los rendimientos del maíz son nulas. Mientras que, de acuerdo
con los resultados que se muestran en los cuadros 3 y 4 y en las
figuras de la 4 a la 7, se esperaría que las elevadas temperaturas
tuvieran un mayor efecto sobre los rendimientos del maíz cuando
la etapa reproductiva ocurra entre los meses junio a agosto, en
siembras del ciclo P-V. Esto parece confirmar los resultados
obtenidos por Barrón (2008), quien reporta que el rendimiento
en el ciclo P-V es 4% menor que el de O-I, quizá debido al mayor
estrés térmico presente en las siembras del ciclo P-V, casi ausente
en el ciclo otoño-invierno.
Mapas resultantes
Dado que el periodo sensible al estrés térmico ocurre en los
meses de junio a septiembre para siembras de P-V, y de diciembre
a abril para siembras de O-I, y como en los meses de noviembre
a enero no ocurren temperaturas
≥
a 35 °C, los mapas elaborados
fueron para los meses de febrero a abril y junio a septiembre.
Estos mapas muestran la distribución espacial del número total
de días con temperaturas
≥
a 35 °C durante el periodo estudiado
de treinta años y se presentan en las figuras 4, 5, 6 y 7.
Se puede observar en la figura 4 que en el mes de febrero, el
número total de días con temperaturas
≥
a 35 °C varía entre
4 y 17 días, siendo la zona de Jonuta, Centla y sur de Balancán
donde ocurren los mayores valores, mientras que en Tenosique
ocurren los menores valores. Ya para marzo, el número total de
días fluctúa entre 114 y 194 días, donde en el área de Centla y
parte de Emiliano Zapata ocurren los menores valores, entre 114
